Querido lector

Ruego que tengas en cuenta dos cosas:

1_ Que las lecturas en este blog están ordenadas cronológicamente hacia atrás, de manera que lo primero que lees es lo último que se publicó. Si eres nuevo en este blog te recomiendo que empieces la lectura de la historia por el final del blog.

2_ Los pensamientos y sentimientos aqui vertidos son solamente mi visión de las cosas en los lugares por donde viajo, y no quiere decir que reflejen fielmente la realidad. Cualquier persona viajando por los mismos lugares puede tener experiencias totalmente diferentes o incluso opuestas, así que usen su discernimiento. Todo lo narrado es totalmente verídico.

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MI VIAJE POR SUDAMÉRICA VIII - Experiencia en Lima, continuación


Continuación de la experiencia en Lima

La verdad, convivir con esa familia de médicos naturistas, la familia Casanova, tanto en la clínica en plena acción como en su casa compartiendo su vida privada y hasta haciendo ceremonias con ellos hace que esta experiencia esté sin duda en la lista de las experiencias más intensas y enriquecedoras de nuestro viaje.

Lo que me queda por relatar de nuestra estancia con la familia, que yo recuerde, es que salimos dos noches con Úrsula y sus amigas a bailar, y también que nos fuimos dos días de Huachipa a Lima para desconectar.

Respecto a salir a bailar, la primera noche salimos solo con Karin y Úrsula, y nos llevaron a ver la playa, desde el coche porque ya era de noche, y el barrio de Miraflores, que es de los más adinerados de la ciudad.

Fuimos a la calle de las Pizzas, que estaba llena de pizzerías (de ahí su nombre, ja) y lo más destacado es que fuera de cada pizzería había un comercial que nos "animaba" a entrar en su local a comer, pero claro, de un modo algo invasivo, que solo les faltaba cogernos por el cuello y meternos a la fuerza… un poco exagerado, vamos.

Entramos finalmente en un local que no era de pizzas sino de música cubana, llamado "El Son de Cuba". Allí había unas mesas, una barra de bebidas y sobre la barra un escenario donde una banda cubana tocaba y cantaba en vivo. Los bailarines eran muchos y ¡muy buenos! ¿Alguien ha visto bailar a los cubanos y cubanas? Tienen esa facilidad de movimiento y esa alegría en el cuerpo tan especial…
Allí se daban también clases de baile…¡me di cuenta de que me irían bien unas cuantas! La verdad es que era muy bonito ver bailar a aquella gente, y daba un poco de vergüenza salir a bailar así de cualquier manera, aunque por supuesto salimos a bailar sin reparos. De ahí ya nos fuimos a casa.

La siguiente vez que salimos éramos más, conocimos a Gabriela, la hermana de Karin, también estaba Úrsula, Karin, y conocimos a Lía, una chica muy guapa que parecía brasileña, pero era de allí del Perú, solo que venía de la selva. Es más morena de piel y con el pelo rizado.

Después de comer algo fuimos a un karaoke que parecía de bastante nivel (económico), y no nos dejaron entrar porque yo llevaba chancletas (en Tenerife cholas)(aquí en Perú cholas son las mujeres jóvenes, las muy jóvenes son cholitas) y Balta llevaba pantalón corto y zapatillas (en Tenerife tenis).
Lía trató de negociar nuestra entrada pero no querían arriesgarse a que bajáramos el nivel del local… más con estas barbas…

Así que fuimos a otro Karaoke con menos aires, y allí estuvimos

solamente una media hora, por alguna cuestión referenta a la consumición obligatoria.

Así que fuimos a otro y esta vez nos quedamos hasta el final.
Allí se nos unieron dos chicos, uno era el novio de Lía, que también se llama Julio como yo, y otro cuyo nombre no recuerdo.

Allí pedimos unos zumos de naranja Balta y yo, y los demás bebidas alcohólicas.
Pedimos bastantes canciones pero no nos dio tiempo a cantar a Balta y a mi, y eso que estuvimos 3 o 4 horas, porque había mucha mesas y se iban intercalando.
Bailamos algunas canciones, a la gente le costaba animarse a salir a la pista, y algunas veces estaba Balta bailando solo o conmigo (separados eh).

En una ocasión en la que estábamos bailando casi todo el grupo, vino a unirse a nosotros una chica delgada, muy morena y guapísima, con una sonrisa y una luz tales que parecía un ángel.
Se acercó y nos preguntó: "¿puedo bailar con ustedes? Es que mi novio es un aburrido".
Nos quedamos sorprendidos y la aceptamos inmediatamente porque lo había preguntado con mucha gracia e inocencia, y con una sonrisa deslumbrante.
Después cuando nos fuimos esta chica nos pidió a Balta y a mí si podía hacerse una foto con nosotros (primero con uno y luego con otro). Aceptamos encantados y al hacernos la foto y para nuestra sorpresa nos abrazó muy de cerca, cosa extraña en las chicas de ese país, normalmente tímidas para hablar y mucho más para el contacto físico. Desde luego esa chica es especial.
Su novio, que estaba presente, nos sacó la foto.

Lo que me queda ahora por relatar es la estancia en Lima ciudad por dos días para desconectar, antes de volver a Huachipa para la segunda ceremonia con la familia Casanova.

Podrían haber sido dos días normales de descanso y relax (si eso es posible en una ciudad de 9 millones de habitantes), pero no fue así ya desde el principio.

Nada más llegar a la ciudad, nos fuimos directos a ver a una chica que Balta había conocido en la clínica y que tiene un restaurante vegetariano y una tienda naturista en la ciudad. Su nombre es Marilú.

Lo primero que me llamó la atención fue leer en un cartel a la puerta del restaurante: "pollo con…" y "lomo con…"… ¿pero no se supone que es vegetariano? Me pregunté.
Consultamos con las chicas que atendían en el pequeñísimo restaurante y nos dijeron "¡no!¡todo está hecho con soya!"
Pues anda. ¿Entonces por que poner pollo y lomo???

En mi opinión, este intento de que la comida vegetal parezca carne, sepa como carne y huela como carne es un triste intento de continuar con un carnivorismo tan extendido como dañino.
Además, recientemente he oído que la materia prima que usan para estas carnes vegetales no es ni mucho menos de la mejor calidad, y lo creo.
Y que conste que esto también pasa en Europa. El caso es mantenernos alejados del alimento vivo, crudo y fresco, tal como lo da nuestra Madre Tierra, alimento que nos da vitalidad, claridad y felicidad, manteniendo sin embargo la cultura en la que prima el apetitoso sabor por encima de la energía y la vida del alimento.

Y por experiencia digo que cuando has comido solamente alimentos crudos y frescos durante una época más o menos larga, al menos de un mes, ningún plato cocinado, por bien condimentado que esté, iguala al sabor natural de una fruta en su estado óptimo de madurez. Sí que viene el fantasma del pasado, de la costumbre, cuando hueles algo cocinado, pero a la hora de comerlo se reconoce honestamente que no era lo que recordabas y que el sabor es más que artificial.
Bueno, pues después fuimos a la tienda naturista de al lado y encontramos a Marilú, que nos ofreció muy amablemente que nos tomáramos algo por invitación suya. Nos tomamos un zumo y yo aparte me comí un trozo de bizcocho de choclo (maíz).

Después de un rato hablando nos dimos cuenta de que tenía mucho trabajo, así que pensamos en ir a coger una habitación en un hostal y dejar allí las mochilas para andar más cómodos.
En ese momento que lo estábamos hablando vimos que Marilú estaba buscando algo por todas partes, y nos dijo que no encontraba su calculadora para hacer las cuentas.
Balta le ofreció la suya, la buscó en su bolso pero no la encontró. Entonces me acordé de que yo había visto una calculadora en casa del Dr. Casanova y le dije a Balta que igual era esa que se la había dejado.
Yo le ofrecí a Marilú mi móvil, que tiene calculadora, pero dijo que no y siguió buscando.

Así que decidimos irnos a dejar las mochilas, y le preguntamos a qué hora podíamos encontrarla más tranquila para hablar un rato, y nos dijo que sobre las 20:00, así que nos fuimos a buscar un hostal.

Encontramos un hotel, el Hotel América, y cogimos una habitación para cada uno. La verdad me costó encontrar una habitación decente porque casi todas estaban sin limpiar, algunas parecía que desde muchos días atrás.
Finalmente me quedé en la habitación de Balta, hablando un rato, mientras me limpiaban una habitación, y después ya me pude trasladar. Allí dejamos las cosas, una buena ducha y salimos buscando algo de fruta para comprar hasta que se hicieron las 20:00.
A esa hora volvimos a la tienda para hablar con Marilú, sin sospechar en absoluto lo que nos esperaba allí.

Nada más llegar Marilú nos acusó de haber robado su calculadora, aquella que no encontraba, porque coincidía que nosotros habíamos salido de la tienda con nuestras mochilas con que la calculadora había desaparecido, aunque como he contado no la encontraba ya antes de nosotros salir. Y como volvíamos ahora sin las mochilas, porque las habíamos dejado en el hotel, pues estaba claro para ella que habíamos robado su calculadora y ahora la teníamos en nuestras mochilas, quién sabe para qué propósito, porque según ella era una calculadora muy barata, de cinco soles, que vienen a ser unos 70 céntimos de Euro, por tanto podríamos revenderla por 30 céntimos de Euro y salir de pobres…
Así que en menos que canta un gallo habíamos caído (sobre todo Balta, porque a mí no me conocía) de la categoría de Entendidos en Salud y Alimentación a la subcategoría de ladrones de muy poca monta.

Bueno, ella argumentaba que nosotros éramos los únicos en la tienda en aquel momento (lo cual no es cierto porque un hombre estaba comiendo en otra mesa y entraron varias personas), así que le entró esta idea en la cabeza de tal manera que nada de lo que le decíamos la hacía reaccionar de su estado de estancamiento mental.

En primer lugar… ¿qué ladrón roba y luego vuelve tranquilamente al lugar de los hechos? ¿qué necesidad? Es un poco absurdo. El buen rollo se nos cortó de golpe. Yo estaba sinceramente estupefacto de estar oyendo lo que estaba oyendo, como si no me lo acabara de creer. Balta se fue calentando y poniéndose firme, porque no es un hombre al que le insultes y no reaccione, más bien todo lo contrario. Y ciertamente, nos estaba insultando.
Así que la conversación se fue poniendo más y más tensa, porque ella no se bajaba del burro y seguía con su idea, a pesar de que estábamos allí delante de ella hablando con sinceridad, y Balta tampoco es de dejar las cosas como están y olvidarse, sino de llegar al final de todo, entonces Marilú estaba en un apuro. A mi entender, por un lado no era aceptable para ella rectificar ahora que había hecho la acusación, pero se encontró que Balta en una persona con un carácter muy fuerte y se enfrentó a ella, así que al final estaba muy nerviosa, pedía a personas de la calle que entraran para mediar en el problema, pero nadie inteligente se mete en los problemas de otro tan fácilmente, y menos si quien tienen enfrente es un hombre robusto de barba blanca que desprende una energía de caballo y además está cabreado.

Así que al final Marilú optó por pedir por favor que nos fuéramos, que lo dejáramos así, que no quería más problemas. Llegó a decir que llamaría a la policía, pero ahí se volvió a tropezar porque Balta se conoce muy bien algunas partes de la ley, y le dijo que perfecto, que llamara a la policía por si quería registrarnos las mochilas en el hotel o lo que quisieran, pero que tuviera cuidado porque una falsa acusación de robo es un delito y él le podía poner una denuncia a ella. Obviamente la contestación la dejó impresionada y sin más recursos. Solo con una incomodidad muy grande. Así que imagino que en lo sucesivo se lo pensará dos o más veces antes de hacer una acusación de ese tipo.

Así que al final la situación no cedía y nos fuimos, pero con la cabeza alta y dejando a Marilú temblando, imagino que con muchas cosas en las que pensar. Sobre todo me encantaría ver su cara al encontrar su dichosa calculadora en cualquier rincón de la tienda.
En realidad, ella pensaba que éramos pobres y no teníamos dinero, porque cuando se encontró con Balta por primera vez fue en la clínica del hijo del doctor Casanova, en un puesto de jugo de caña que hay a la puerta. Balta estaba sentado bebiendo jugo de caña y ella se acercó y empezó a hablarle, y a consultarle cosas de salud, y entonces Balta le dijo que si que se dedicaba a la salud y que normalmente cobra las consultas pero a ella no le cobraría, que se conformaba si le invitaba a un vaso de jugo de caña. Ella dijo que sí y entonces él la estuvo asesorando sobre alimentación durante no sé cuánto tiempo.

Así fue el trato, y sin embargo en la tienda Marilú decía que Balta le había pedido que le invitara a un jugo porque no tenía ni para pagar eso.
Balta sacó entonces un gran fajo de billetes grandes de Euros y se los enseñó, y ella se hacía la loca y como si no hubiera visto nada seguía con su argumento de que habíamos robado la calculadora porque no teníamos dinero ni para un jugo. Cómo se puso de cabezota.
¿Puede llegar a tal grado la estupidez como para ver a alguien con un montón de dinero y aún así seguir llamándole pobre ladrón a la cara?
Ahora bien, entiendo que esto pueda ser algo momentáneo, algo que las dos partes necesitábamos vivir para darnos cuenta de cosas, y acepto que esta mujer no tiene porque ser así siempre, sino que fue probablemente algo del momento.

Después de aquello, aún alucinando, nos fuimos a buscar un cibercafé para entrar en Internet. Al salir de la tienda de Marilú, uno de los "testigos" que había hecho entrar para mediar en el conflicto salió con nosotros y estuvimos hablando amablemente, parecía que tenía un poco más de psicología y sospechaba que nosotros no habíamos tenido nada que ver con la historia de la bendita calculadora.

Bueno, esa noche dormimos a gusto y con la conciencia tranquila, yo estuve bailando en la habitación y me lo pasé muy bien, a pesar de estar echando de menos a mi amor.

Al día siguiente fuimos a un restaurante vegetariano que habíamos visto la noche anterior y que estaba muy cerca del hotel.
Se llama "Su Comedor Vegetariano", es una casa particular convertida en restaurante, un lugar muy bonito lleno de imágenes de Sai Baba, Jesús, Ganesha, Khrisna, Babaji, la diosa hindú de la prosperidad y también había un belén. Sin embargo el protagonista es Sai Baba, la dueña lo ha ido a visitar a la India y tiene una habitación convertida en templo en su honor y hacen reuniones dos veces a la semana. Es una mujer muy agradable.
Es un gusto comer en un sitio así, tiene buena energía, aunque Balta me dice que se nota energéticamente que comen mucho cocinado, que es totalmente diferente a un sitio donde sirven solo frutas y demás crudos.

Pues bueno, creo que no me dejo nada de lo más importante de nuestra estancia en Lima, aunque obviamente esto solo es un repaso superficial, un atisbo incomparable en intensidad con lo que realmente vivimos durante esos días.
Aún así, espero haberles dado una idea aproximada.

Una de las cosas que es ese momento nos cambió en cierto modo los planes fue recibir un correo de Nuria, una amiga muy especial de Balta, en el que decía que quería venir a unirse con nosotros, unirse a nuestro viaje.
Esto le hizo mucha ilusión a Balta, y tras una conversación online decidieron que nos reuniríamos con ella en Cancún, México, en 10 días, el día 20, lo cual ha convertido el resto del viaje, al menos hasta México, casi en una carrera contrarreloj por llegar allí a tiempo, pasando muchos días y muchas noches subidos en un bus.

Les diré que cruzamos 8 países, no muy pequeños, en 10 días. Cruzamos Perú (casi entero), Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, y llegamos a la ciudad de Guatemala el mismo día 20. ¡Menudo viajecito! ¡Vaya lío de fronteras, tasas y cambios de moneda! Una locura.

Así que iniciamos esa carrera al salir de Lima con destino a la frontera con Ecuador. Antes de salir, en la terminal, lo más destacado fue que nos subimos al bus porque ya era la hora prevista de salida y salimos dos horas y media más tarde, porque iban esperando a que se llenara el bus, y esperando, y esperando…
Balta estaba cabreado como un chino, y bajó a echarles bronca.

La otra curiosidad fue que, en un muro de la terminal, con letras muy grandes, se leía: "PROHIBIDO ORINAR BAJO PENA DE ARRESTO"
Eso está en una foto de las de Balta.
Finalmente salimos de Lima.

El viaje fue largo y pesado hasta Sullana, pueblo ya cerca de la frontera con Ecuador, y por lo visto uno de los más peligrosos del Perú por la delincuencia.
Allí nos recomendaban una y otra vez que no saliéramos de la terminal, porque era de madrugada,, y después de muchas preguntas conseguimos averiguar cómo seguir lo antes posible hacia la frontera, que era coger un bus que pasaba por allí sobre las 6:00 (eran las 4:00).

VIAJE A SUDAMÉRICA VII- Lima, Perú

Huachipa, Huachipa



Clinica del Dr. Carlos Casanova Lenti en Huachipa, Lima, Perú




Desde el primer momento el Dr. Casanova nos recibió como si fuéramos cónsules de tierras lejanas a los que agasajar y atender, cada día que rondamos por allí nos invitó a la comida en el restaurante, desayuno, comida y cena, invitación que no siempre aceptamos, y también a baños de hipertermia (en total nos dimos 3 pero por él nos hubiéramos dado más)




El primer día ya empezó a mostrarnos todas las publicaciones que tiene en forma de folletos tamaño cuartilla, con información sobre las enfermedades y su cura a través de la hipertermia y la dieta cruda. Estos folletos los imprime cada semana y los reparte a TODOS sus pacientes para EDUCAR en la salud, gratuitamente. Del dinero que recibe por su trabajo, dedica la mayor parte a la impresión de estos folletos, altruistamente. De 1500 pesos que gana al día, él se queda con 100, después de pagar las publicaciones. Él lo llama qapaq, palabra quechua que viene a simbolizar la actitud que tiene en cuenta que lo que das, recibes, y que el bien ajeno está antes que el propio. Tenía varias mesas e incluso las camillas de una de las salas de consulta y parte de otra absolutamente abarrotadas con montones de estos folletos.


También hacen allí un tipo de terapia llamada Terapia Celular, con la que Balta y yo no estamos de acuerdo en absoluto, que consiste en un jugo del riñón u otros órganos de un feto de oveja, es decir, que matan a una oveja embarazada para realizar esta terapia. Lo sé, suena fuerte, a nosotros nos chocó mucho cuando lo leímos por allí, y después le preguntamos al Dr. Casanova y nos dijo que cuando matan a una oveja tienen para 500 tomas de la terapia, que siempre tienen que ser el mismo día de la matanza del animal, para que esté fresco y vivo (aunque lo de vivo es cuestionable).


Desde luego es algo que a mi no me suena bien, y sin embargo los resultados que ha obtenido aplicando esta terapia por más de 25 años son impresionantes. Según el Dr. Casanova, el mismo Hipócrates, padre de la medicina, utilizaba esta terapia, así como NO usaba remedios y medicinas como las usa la medicina actual, que supuestamente es la descendiente de su sabiduría. Él defendía y practicaba la curación a través de la correcta alimentación, el sol, el agua, y todos los elementos de la naturaleza combinados, como el agua y el fuego en los baños de hipertermia (baños calientes para alcanzar la fiebre curativa).



De todas maneras, referente a la Terapia Celular, uno se pregunta si su eficacia será real o simplemente se le atribuyen las propiedades regeneradoras que tienen la dieta cruda y los baños de hipertermia, puesto que siempre se aplican los tres métodos juntos.


Aunque conociendo al Dr. Casanova y su meticulosidad científica en la búsqueda de la verdad, parecería extraño que estuviera aplicando un método durante 30 años sin estar exhaustiva y científicamente comprobada su eficacia, al menos comprobada por él mismo.


La duda queda, y también queda la seguridad de que Yo, hoy por hoy, NO tomaría esa terapia, igual que no como animales hace mucho tiempo, igual que NO tomaría sesiones de quimiomatanza… perdón, quimioterapia.



Una frase muy buena del Dr. Casanova que considero bastante aclaradora en este sentido es: “Solo el médico cree que lo que mata al sano, cura al enfermo”, en referencia a los remedios farmacológicos y las terapias como la quimioterapia, radioterapia o incluso la cirugía, de la que él está en contra en la gran mayoría de los casos (y él es médico cirujano, además de renombre internacional).


La reflexión, muy acertada a mi parecer, es que si le das a un familiar del enfermo una o varias sesiones de quimioterapia, se muere. Entonces… ¿cómo puedes esperar que lo que mata a un organismo vivo y sano, cure a uno enfermo?


Por eso la terapia ideal es la dieta cruda, con el apoyo de los baños de hipertermia, porque ayuda a mantener la salud de quien está sano (muy pocos están realmente sanos en esta sociedad) y por tanto ayudará a recuperar la de quien la ha perdido por alejarse de las leyes de la naturaleza.


El Dr. Casanova es una persona increíble y digna de conocer. Es un filósofo y un erudito en el siglo XXI, es una biblioteca andante. A sus 83 años, puede estar hablando durante horas, enlazando temas de salud y alimentación con historia antigua de diferentes culturas, y sobre todo de su tierra, el Perú. (Perú es el único país que conozco cuyos habitantes ponen el artículo “el” antes de nombrarlo)


Es increíble la cantidad de información que ese hombre tiene en su cabeza sobre muy diversos temas, que afortunadamente vuelca para beneficio de los demás, por eso ha escrito más de 40 libros, editado más de 140 DVD´s con entrevistas y conferencias e impreso innumerables folletos distribuidos gratuitamente a los pacientes y a los visitantes como nosotros.


Hubo un día que comenzó a regalarnos libros suyos que parecía que no iba a parar, con su manera de dar sin reservas, es increíble.


Además, algunos nos los daba por duplicado, uno para nosotros y otro para que donáramos a la biblioteca de la zona donde vivimos, para que la comunidad se beneficie de esa información.



Bueno, volviendo al orden cronológico, el primer día ya nos invitó a cenar en su casa, frutas. Esa noche, mientras cenábamos, llegó su hija Úrsula, como una aparición de una Diosa griega, arreglada para salir, guapa y sonriente.


Tal aparición nos alegró aún más la cena, si es que eso era posible.



Esa noche buscamos un hostal que estuviera cerca de allí, recorrimos como cuatro, regateando precios, hasta que nos quedamos en uno por 30 nuevos soles cada uno, que son más o menos 5 € (Euros).



Lo cierto es que el Dr. Casanova nos había insinuado ese día que nos podría alojar en la clínica, en las habitaciones que usan para los enfermos internos, pero preferimos, cuando llegó el momento, no insistir en la idea y buscar un hostal para no cogernos el brazo aunque nos ofreciera hasta el hombro. Esto, si no lo entienden, se refiere a un dicho que hay en España que dice: “te dan la mano y te coges el brazo”, cuando alguien se toma demasiada confianza al ofrecerle algo. Por ejemplo si ofreces a alguien tu casa por una noche porque está necesitado pero esa persona se quiere quedar mucho más tiempo, sin ofrecérselo.



Días más tarde, después de visitar la clínica a diario, nos dimos cuenta de que tampoco nos hubiera venido bien dormir allí por la energía que hay de los pacientes terminales, con cánceres o enfermedades degenerativas avanzadas, aunque hay que reconocer que las habitaciones más parecían de hotel de 4 estrellas que de una clínica, lo cual obviamente redunda en la salud de los pacientes.



Bueno, pienso que me resulta muy complicado exponer cronológicamente nuestras vivencias en ese lugar, así que lo expondré de manera general.


Pasamos 7 días yendo diariamente a la clínica y/o a la casa del Dr. Casanova, con 2 días en medio que nos fuimos a Lima porque sentíamos que necesitábamos desconectar de la clínica y de la intensidad de nuestra relación con la familia.

De esos 7 días, 3 de ellos tomamos un baño de hipertermia, que consiste en introducirte en una bañera con agua bastante caliente. Entonces viene la chica encargada y te pregunta si deseas subir la temperatura del agua. Para conseguir el efecto es recomendable, así que le dices que sí y abre un grifo del que sale agua MUY caliente, que calientan con leña en una gran caldera en la parte de atrás de la clínica. Claro previamente tienes que apartar los pies para evitar quemaduras graves.

Deja caer el agua caliente hasta que puedas soportar la temperatura de la bañera.


Pasas 20 minutos en esa agua, en los cuales la temperatura del cuerpo sube hasta 38´5º o 39º, que es la fiebre curativa normal. Es una temperatura a la que llega el cuerpo de manera natural cuando genera una fiebre, y que sirve para limpiar el cuerpo de ciertos parásitos y organismos dañinos que no pueden soportar esa temperatura. Además, provoca un efecto de apertura general de todo el cuerpo, dentro y fuera, que hace más fácil la expulsión de todo lo que no nos sirve.



Hay una versión más fuerte en la que el cuerpo sube hasta una temperatura de 42º, que se utiliza en casos de cáncer o enfermedades en estado muy avanzado, degenerativo.


Según el Dr. Casanova, en tal estado de degeneración del cuerpo es más difícil volver atrás, hacia la salud, y afirma que las personas que han tenido cáncer y se han curado mediante la dieta cruda jamás pueden volver a comer nada cocinado pues les vuelve la enfermedad (ha tenido varios casos así).

Afirma que, en la época de Hipócrates, lograban la regresión (curación) de este tipo de enfermedades en un 20% de los casos, y que en la clínica han conseguido llegar al 25% de curaciones.

El Dr. Habla siempre de Hipócrates como padre de la medicina, pero también de Asklepios, Dios de la medicina, y sus hijas, Higia y Panacea, como anteriores a Hipócrates.


Higia, también Higea, representa la higiene externa como factor de salud, mediante el agua y el sol, y Panacea representa la higiene interna mediante la dieta cruda, viva y fresca.


Incluso mandó construir un templo junto a la clínica, dedicado a Asklepios, como en la antigüedad, con columnas de la época y todo, solo que más pequeño, pero teniendo en cuenta las proporciones de la geometría sagrada aplicada a la arquitectura.


Desafortunadamente nosotros no pudimos verlo porque hacía años que había sido derribado, por algún asunto de cuyas causas no me acuerdo o no quiero acordarme.



Bueno, volviendo a la hipertermia, después de los 20 minutos en el agua caliente subiendo la temperatura del cuerpo hasta 39º, lo cual se comprueba con un termómetro en la boca, la encargada te echa dos cubos de agua fría (realmente fría) sobre la parte superior del cuerpo, estando aún la otra mitad del cuerpo dentro del agua caliente. ¡Es una sensación increíble!. Luego pasas a tumbarte en una colchoneta en la misma habitación, donde la encargada te envuelve con una sábana, te pone una manta encima, y te envuelve la cabeza con una toalla previamente empapada en agua fría. Esta última se cambia 2 o 3 veces en los 20 minutos que pasas ahí tumbado, sudando y manteniendo la elevada temperatura del cuerpo.



De las sensaciones que viví con la hipertermia, contaré mis experiencias, aunque también mencionaré que para Balta fue muy fuerte y removió muchas cosas dentro de su Ser. Pero eso lo tendrá que contar él.


En mi caso la primera y la segunda vez solo tuve como mareos y demasiada presión en la cabeza y en la parte superior del cuerpo, así como ganas de vomitar. No fue realmente muy agradable. Esas sensaciones me daban sobre todo al tumbarme después del baño.



Pero el tercer día fue diferente. Mientras me esforzaba conscientemente por respirar lo más profundo posible, usando al máximo mi capacidad pulmonar y oxigenando los rincones más olvidados, venían a mi consciencia personas y lugares, muy nítidamente, como si salieran de lo más profundo de mi Ser.


Una de las personas que me llegó fue mi abuelo paterno. Recordé el genio que tenía, es decir, la capacidad que tenía para decir las cosas como enfadado, con mucha energía.



Me llegó al corazón una de las cosas que hizo en su vida, que fue una casa construida con sus manos en la cual yo viví casi un año, en Tenerife. Me llegó el deseo de estar en esa casa y trabajar en las tierras que tiene, plantando muchos árboles y continuando de algún modo lo que él empezó.


Lo mismo me ocurrió comunas tierras que tiene mi padre en el sur de Tenerife, actualmente casi en desuso.


Fueron sensaciones muy bonitas y muy fuertes.

También me vino mi abuelo materno, me llegó su vida como agricultor, su trabajo por llevar una buena vida y cuidar de su familia, y el amor que siempre ha sentido por esa familia aunque nunca lo haya sabido expresar.


También me llegó algo de mis abuelas, y aunque más lejano fue también intenso.

A una de ellas, abuela paterna, no la conocí, y la otra, por parte de madre, murió de cáncer años ha.

Así que fue una experiencia intensa.

Como intensas fueron las dos ceremonias del fuego (de los cuatro elementos, en realidad) que hicimos con la familia Casanova.


La primera la hicimos con Úrsula, (la hija del Dr. Casanova), Karin (asistente personal de la Dra. Ligia, que es la otra hija del Dr. Casanova) y con la hermana de Karin, Gabriela, una chica muy dulce, sonriente y tímida.


Al principio iniciamos el círculo sagrado dentro de la casa y estuvo también el Dr. Casanova. Después nos fuimos al jardín donde habíamos preparado un fuego, y allí continuamos ya sin el Dr. Casanova, que se fue a dormir.


Corrieron los cubos de agua, aunque no tocaron a partes iguales porque Karin “disfrutó” de varios de ellos al completo, mientras que las demás participantes solo se mojaron los pies, y alguna de ellas la cabeza. Por mi parte, cada vez que iba a por agua (yo era el encargado de llenar los cubos en una pileta, dando media vuelta a la casa) me echaba uno o varios, y cuando me apetecía poco o nada, también, así se va curtiendo el espíritu. Aunque lo cierto es que me apetecían en la mayoría de los casos.


Muchas cosas salieron y se liberaron en esa ceremonia, desde el principio, solo que no las relataré aquí por respeto a la privacidad de los participantes. Puede que en un futuro, con su consentimiento, escriba un libro sobre la experiencia con la familia.


En la segunda ceremonia, motivo principal por el que retrasamos nuestra partida de Lima, también se movieron y liberaron muchas cosas, diría que fue incluso más intensa que la primera, aunque no fue con la familia completa como esperábamos, pues no asistieron los representantes masculinos. Al Dr. Casanova le surgió un compromiso urgente por la muerte de un familiar y su hijo, el otro Dr. Casanova, no aceptó la invitación.



Así que volvimos a estar con Úrsula, con Karin, y esta vez con Ligia, la hermana de Úrsula, también doctora y también ejerciendo en la clínica (Úrsula, por si no lo había dicho, es doctora y también ejerce en la clínica con su padre). Ligia acababa de llegar de Bolivia el día anterior y al día siguiente se iba a Chile. ¡vaya ritmo!


Gabriela, la hermana de Karin, no se animó esta vez.


Esta vez fue, como digo, más larga e intensa. Terminamos aproximadamente a las 4:30 de la madrugada, y Balta y yo dormimos allí en el jardín, junto al fuego, sobre la hierba y con una manta. Curiosamente nos levantamos 3 horas después muchísimo más descansados que las dos noches anteriores, que habíamos pasado en un hostal durmiendo en una buena cama, de matrimonio, cada uno en su habitación, muchas más horas.


Otra de las cosas destacables de nuestra estancia fue la cantidad de zumo de caña que tomamos, sobre todo Balta.

Los últimos días incluso al zumo nos invitaba el Dr. Casanova, mientras nosotros alucinábamos con su actitud.

Había dado orden de que le cargaran a su cuenta prácticamente todo lo que consumiéramos. Incluso un análisis especial de sangre nos quería hacer, como regalo y también por interés científico, al llevar nosotros una dieta cruda (sobre todo Balta, ya sabéis).


Yo accedí y me dejé pinchar, pero Balta tiene muy claro que no quiere tener ninguna relación con las agujas, así que no lo hizo.

A mi los resultados me los mandarán por email, espero que pronto.


Bueno, el jugo de caña lo venden recién hecho, crudo, fresco y vivo, en uno de los cuartos de la clínica, triturado con un trapiche (máquina de extraer el jugo de caña) eléctrico.

Lo venden allí porque tiene una enorme cantidad de propiedades alimenticias y desintoxicantes, y además, al ser recién exprimido, es pura vida para el sistema digestivo.

El chico que hace los jugos allí se llama Carlos, y conectamos muy bien con él desde el primer momento, es bastante alegre y extrovertido.

Nos contó que había estado en la selva más primaria con un poblado indígena que vive sobre el río, que allí le habían picado muchísimos insectos, por lo visto uno que es igual que una mosca pero muerde muy fuerte y luego quedan unas heridas que pican mucho.

Él con su amigo se ponían limón por todo el cuerpo y después echaban a correr por la selva gritando, de lo que les escocía el limón en las heridas. El limón les ayudaba mucho a cicatrizarlas rápido.


Él y su amigo estaban allí para recoger la savia de un árbol parecido al caucho, que se usa por lo visto en la clínica para los pacientes.



Lo más interesante que nos contó fue que a los 2 años de edad el tratamiento naturista del Dr. Casanova Lenti le salvó la vida cuando en el Hospital de la cuidad le habían dicho a sus padres que se lo llevaran a casa porque no había posibilidad de que sobreviviera.


Al parecer el síntoma era una fiebre cada vez más fuerte que el hospital le intentaban cortar con antibióticos y no hacía más que subir (precisamente por estarle inyectando ese veneno). Sin duda allí pensaban que los antibióticos cortarían la fiebre porque ésta esta provocada por algún virus o bacteria, lo cual es totalmente erróneo pues la fiebre es algo que el propio cuerpo provoca precisamente para erradicar esas invasiones, por lo que es absurdo tratar de cortarla.


En poco tiempo la temperatura tan extrema que alcanzó su cuerpo le provoco la pérdida de la consciencia, momento en el cual los médicos le dijeron a sus padres que se lo llevaran para morir en casa.


Sus padres habían oído hablar del Dr. Casanova Lenti, así que fueron hasta Huachipa, que en ese entonces era un lugar de campo, y llegaron a la casa del Dr. en mitad de la noche , con el niño en estado de coma y sus padres desesperados.


El Dr. Casanova los atendió a pesar de la hora, ye inmediatamente reaccionó haciendo que prepararan dos tinas, una con agua caliente y otra con agua fría, y después de taparle al niño manos, pies y cabeza, estuvieron 45 minutos sumergiéndole la parte del culo y la espalda en agua caliente y fría, alternativamente.


Después de esos 45 minutos de alternancia térmica, el niño recobró la consciencia, y después sanó mediante la hipertermia y la dieta 100% cruda, dieta que continuó llevando hasta los 14 años.


¡Una historia impresionante! Ahora trabaja en la clínica, aunque es un trabajo independiente, es decir, que le paga al Dr. un alquiler por el cuarto donde vende el jugo de caña.


La verdad es que se le ve muy saludable y alegre (lo cierto es que ambos, salud y alegría, van muy juntos de la mano)


Algunos días los sustituyó su hermano, y nosotros no podíamos creer que fueran de la misma familia…


Su hermano, que se llama Cristian, es una persona absolutamente introvertida y tímida, incluso diría con ciertos problemas de comunicación.


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La comida del restaurante, de la que disfrutamos algunos días por invitación del Dr. Casanova, tenía variedad de platos cocinados (todo vegetal), y también tenía opción crudívora, bastante abundante la verdad, que consistía en un plato con tres frutas cortadas, después un plato con una ensalada con palta (aguacate), espinaca, tomate, pepino, y unos germinados, amaranto o cebada. Para aliñar pone un limón pequeño, un vasito muy pequeño con aceite de oliva virgen y otro con sal.


Para completar el menú un vaso de jugo de remolacha y zanahoria, un pequeñísimo vaso de extracto de clorofila, que en esos días era de perejil (muy fuerte, la verdad, desagradable de tomar), y un vaso de leche vegetal hecha con jugo de caña, jugo de piña, aceite de oliva y nueces pacanas, que son más alargadas que las nueces normales que conocemos comúnmente en España.


También se podía pedir el mismo menú crudívoro pero líquido, todo licuado.


Esta opción (la cruda sin licuar) la toman los pacientes a los que el doctor les receta dieta cruda, que de hecho son el 100%, y las opciones cocinadas las toman los familiares de los pacientes.


Este menú crudo fue el que el Dr. Casanova dio orden de que nos sirvieran el primer día.


Nosotros lo completábamos con algún jugo de frutas, yo sobre todo de mango, y Balta normalmente de piña.

Los mangos allí estaban realmente deliciosos, porque ponían mangos de variedades más salvajes, que son más baratos pero menos comunes porque los que más se venden actualmente son unos que han mezclado con papaya y que saben como más jugosos que los normales y nos tienen hebras. Al principio el sabor de estos mangos es sorprendente, me encantó, sin embargo tras varios días comiendo estos mangos prefería el sabor de los otros, más auténtico.


Algún día pedí algo cocinado, para probar, pero lo cierto es que después de hacer excepciones cocinadas en la dieta cada vez estoy más convencido de que mi alimentación ideal es a base de frutas, sobre todo de mango ¡MMMmmmm!


Continuará...

Un abrazo de Amor para Todos

VIAJE POR SUDAMÉRICA VI Brasil-Perú

Como el bus desde Río Branco hasta Assis de Brasil (pueblo trifronterizo Brasil-Bolivia-Perú) salía a las 6:00 de la mañana o a las 12:00, (eran las 22:00 aproximadamente) decidimos coger un hostal para descansar bien y tomar el bus de las 12:00 del día siguiente.

En el trayecto lo más destacado fue que el bus cruzo un río muy ancho subido encima de una enorme balsa. (En esa balsa hay una foto en la que estoy yo con Balta www.flickr.com/photos/tazaigo)

Al llegar a Assis de Brasil, ya casi oscureciendo, preguntamos cómo podíamos pasar al Perú y por donde nos señalaron nos metimos algo recelosos porque no era ni siquiera una carretera sino un camino estrecho empedrado, y embarrado además, por el que serpenteamos unos 20 minutos hasta llegar a un pequeño puente colgante de madera. Al pasar ese puente nos encontramos con una carretera muy ancha, y con un hombre que nos dijo que efectivamente lo normal era pasar por la carretera, que es donde está el puesto policial fronterizo. Después cruzamos un puente muy grande que parece una obra de cualquier ciudad europea, y es como un símbolo de unión entre Brasil y Perú. De hecho el río Acre, que pasa bajo el puente, hace de frontera entre esos dos países.

Al llegar al Perú (no se siente nada en especial) llegamos a un pueblo pequeño llamado Iñapari. Allí, después de tratar de conseguir algunas frutas (infructuosamente por cierto, otra vez la misma historia de que unos nos mandaban a otros y al final nadie tenía) nos fuimos a sellar nuestros pasaportes de entrada a Perú, para lo cual de nuevo tuvimos que preguntar. Nos dijeron que estaba a la salida del pueblo, así que decidimos ir caminando porque pensamos que no estaría lejos. Bueno estaba lejos, como a 1 km y medio, cargados con las mochilas y llegamos justo a las 20:00 y nos habían dicho que cerraban a esa hora.

Afortunadamente estaba abierto… desafortunadamente la señorita del mostrador no estaba con un buen día, así que nos puso pegas de que ya tenía apagados los ordenadores, pero aún así nos cogió los pasaportes, y después nos dijo que no teníamos el sello de salida del Brasil, y que eso era imprescindible (en ningún país nos habían puesto sello de salida y en ningún país nos lo habían pedido al entrar) así que se puso así como terca con eso y nos tuvimos que quedar esa noche en el pueblo en vez de seguir el viaje en ese momento como era nuestra idea, para aprovechar esa noche.

Teníamos entonces que esperar al día siguiente para volver al lado de Brasil, que nos sellaran la salida y entonces volver allí para sellar la entrada al Perú, y seguir viaje.

La verdad no entendimos porqué no nos dijo simplemente y con amabilidad que ya estaba cerrado y nos hubiéramos sentido mejor, aunque habríamos renegado un poco de haber venido caminando con las mochilas a cuestas, pero de la manera que sucedió nos molestó más, sobre todo a Balta, que al salir empezó a desahogarse insultando a la del mostrador, jeje. Después se quedó a gusto.

A mi la verdad no me molestó hasta el punto de tener que desahogarme, pero lo cierto es que no entendía porqué tanto rollo para sellar el pasaporte, con la cara de buenos que tenemos… J

Pero he aquí que nada ocurre por casualidad, sino por causalidad, lo cual nos quedó claro en ese caso al final de esa noche.

Al volver al pueblo nos encontramos con un chico de El Salvador, un artesano con un look bastante hippie que tenía un tambor de pita para hacer música y vendía artesanía, collares, anillos y pulseras hechas con piedras preciosas y semipreciosas de la selva y de lugares especiales como Machu-Pichu, y con alpaca, que es una aleación de plata y níquel más barata y fácil de trabajar que la plata pura.

Nos sorprendió su aspecto, era totalmente indígena, descendiente bastante fiel de los antiguos aztecas.

Él estaba de paso para Brasil porque quería llegar a Belem para el Foro Social Mundial convocado para finales de Enero, es un encuentro internacional del que podéis encontrar información en Internet, es en general un llamado para las personas que trabajan, rezan o meditan para un mundo mejor. Un encuentro multitudinario en el que se concretan ideas y proyectos para hacer posible ese cambio, siendo la convivencia en el propio encuentro el primer ejemplo de ese cambio.

Por lo visto este Foro Social Mundial esta precedido por un Rainbow en el mismo lugar, así como para preparar y potenciar el encuentro. El Rainbow es también un encuentro de similares características comenzado a finales de los años 70 por iniciativa de los Indios Americanos Hopi (esta es la información que tengo, la historia es muy bonita)

Al parecer hay otro encuentro antes de ese en Manaos, en medio de la selva, que es un Foro Social Panamazónico, que implica todas las cuestiones que afectan a la selva y su conservación, teniendo en cuenta obviamente a las gentes que viven en ella.

Bueno la cuestión es que conectamos muy bien con él desde el principio, así que fuimos a acompañarlo a comer algo, y he aquí que conectamos muy bien también con las tres chicas que gestionan el restaurante, que son a la vez socias y hermanas, y su madre es la cocinera principal. La verdad al principio también estaban un poco tímidas pero Balta tiene una capacidad especial para sacar a las personas de su timidez, con insistencia, mano izquierda, y algo de la derecha también.

Esa noche dormimos en un hostal, Balta en una habitación y yo con Chapín, que así se llamaba el chico salvadoreño. Esa noche hablamos de artesanías, de contactos con indígenas (porque él es indígena y compra muchas de las piedras con las que trabaja a indígenas de cada país), hablamos de alimentación (un poco) y de la terapia que yo hago, le enseñé el libro del Dr. Stone, creador de esta terapia, y le gustó, quedé en enviarle unas láminas que tengo preparadas sobre esta terapia para que las tuviera (luego se las envié, que hay cosas que me olvido pero intento cumplir, eh). Ya le había comprado en el restaurante un colgante con una piedra que me gustó mucho, que parecía como de piel de jaguar, de hecho creo que se llamaba piedra jaguar, no estoy seguro, pero después en la habitación tuvimos un muy bonito intercambio, yo le di alguna piedra de las que llevo, creo que una pequeña pirámide de amatista, y el me dio un trozo de cuarzo blanco.

Luego vino un momento mágico en que el se fijó en el anillo atlante que yo llevaba, me preguntó, por él, y yo empecé a sentir que realmente era para él… se lo probó, le quedaba absolutamente perfecto, luego me lo devolvió, me lo quise poner y no había manera de que entrara en mi dedo, así que definitivamente supe que era para él, así que le dije “es para ti”. Me miró estupefacto y se creó una muy buena energía, y en ese momento él me dio un trozo de piedra con cuarzos blancos y violetas, un trozo tal y como salen de la tierra, que me dijo que sentía que me vendría bien. La verdad lo cogí en la mano y sentí la facilidad que tenía para concentrar la energía, por su forma cóncava. Lo he usado más veces y es realmente potente (por ejemplo para concentrar energía de curación y enviarla a personas J.

Bueno, esa noche dormí muy bien, después de una ducha de agua fría purificadora (no estaba realmente fría, pero refrescaba el cuerpo).

Al día siguiente pasamos un rato con las tres hermanas del restaurante, Balta incluso les hizo una entrevista personal a cada una (una especie de rato para hablar terapéutico), Chapín ya siguió para Brasil. Una curiosidad es que este chico había pasado ya por varios países sin pasar por los puestos fronterizos, como un símbolo de nuestra Libertad y de nuestro derecho como Seres Humanos de movernos libremente por la Tierra , nuestra Casa.

Nos enteramos de que dos de las tres hermanas viven en realidad en Puerto Maldonado, que justamente era nuestra siguiente parada, pero ellas iban al día siguiente, así que quedamos en llamarlas al día siguiente por la tarde a ver si podíamos quedar para salir un rato a bailar y divertirnos.

Así que de Iñapari cogimos un taxi hasta Puerto Maldonado, y lo más destacado del viaje fueron realmente dos cosas. Estando la carretera absolutamente embarrada (era de tierra y había llovido), el taxista iba bastante rápido y confiado, así que al adelantar a un camión perdió el control del coche y empezó a derrapar en zigzag, a punto de dar vueltas de trompo, y a punto también de que el camión que intentaba adelantar nos embistiera, pasó bastante cerca. Le pedimos que fuera más tranquilo por nuestra seguridad (viajaba también con nosotros una chica con una niña muy pequeña en brazos) y ya más tranquilos, llegamos a la segunda cosa más destacada, que fue cruzar un enorme río en una balsa individual, es decir, que en cada balsa cabía un solo coche, estaban construidas específicamente para pasar coches de a uno junto con sus pasajeros y un poco de mercancías. Realmente curioso, Balta dijo que nunca había visto ese sistema en todos sus anteriores viajes. Lástima que yo no tenía cámara y Balta no sacó ninguna foto.

Las maniobras de la barca eran complicadas porque la corriente era muy fuerte, pero esa es su vida y tienen una pericia muy desarrollada, me sorprendió como “aparcó” en un hueco prácticamente del mismo ancho que la barca, dando un medio giro y demostrando una gran destreza.

Allí en Puerto Maldonado mareamos un poco al taxista buscando un sitio donde cambiar la moneda para pagarle y buscando un hostal, pero se portó muy bien con nosotros. Finalmente nos registramos en un hostal junto a un Internet y frente a un gran mercado con muchas frutas…¡nuestro paraíso!

Después de una buena ducha, salimos a ver un poco la ciudad, lo más destacable fueron unas papas que encontramos con las que hice una excepción en la dieta, eran unas papas hervidas y luego cortadas a la mitad para ponerles queso, así como un sándwich, y después de eso rebozadas en harina y huevo y fritas. ¡una delicia! Hechas caseras por las señoras, que las vendían en la calle en pequeños puestos donde calentaban también carne, con un pequeño fogón de leña, y ahí ponían las papas que ya tenían hechas para calentarlas un poquito, y después tenían también como una mezcla de cebolla y tomate crudos cortaditos y aliñados con limón para echarle a la papa…¡Estaba buenísimo!, aunque obviamente me sentó pesado después de un tiempo comiendo solo fruta (me comí unas cuantas papas, jeje)

Esa noche preguntamos por un sitio para bailar, y nos indicaron dos sitios, así que allí fuimos. El primero era como una discoteca, con una pista de baile en el centro, unas mesas y barras alrededor para servir las bebidas… y la música bastante alta, aunque no era del todo desagradable.

Estuvimos un rato sentados en unas escaleras, viendo a la gente bailar y yo estaba disfrutando mucho de la música, que me gustaba y tenía ganas de salir a bailar pero no salía por un poco de vergüenza… ya todos nos miraban así que si salía a bailar no te cuento. Pero lo cierto es que luego me di cuenta de la estupidez de esos miedos, porque después salimos a bailar y me lo pasé bien un rato pero después el dj fue cambiando la música, se fue haciendo más rápida tirando hacia una especie de bacalao o música electrónica que no me gustaba tanto, así que pensé “si hubiera salido a bailar antes…”, ahí queda reflejada la estupidez de los miedos humanos y sus consecuencias.

Bueno después de que la música nos aburrió, decidimos irnos al otro local que nos habían dicho, llamado La Choza de Candamo, que era más como una terraza muy grande con mesas y un gran techo de palma como los indígenas, con un escenario grande donde una orquesta estaba tocando variedad de música para deleite de los bailarines.

A ambos lados de la orquesta unas chicas muy muy poco tapadas bailaban de una manera que hacía inevitable mirarlas bastante. Resultaba extraño estando en Perú.

Hicieron los de la orquesta alguna broma a propósito de Papa Noel (Balta) aunque ya estábamos bastante acostumbrados porque era algo constante durante el viaje. Balta se lo tomaba con humor.

Lo más extraño allí era que cada vez que se terminaba una canción, toda la gente que bailaba en la pista salía de ella como si fueran agua y hubiera caído una gota de aceite, bruscamente. Era como una norma no escrita. Además, nadie, ni uno solo, aplaudía en ningún momento. Solo Balta.

3 o 4 personas invitaron a Balta a cerveza, al parecer por curiosidad de hablar con él y conocerlo. Él rechazó las invitaciones.

Yo lo pasé muy bien a ratos, porque me gusta la música latina para bailar, aunque si una canción no me gusta me aburro.

Al parecer, según me dijo Balta, había un chico que me miraba un poco mal, como atravesado, y se acercaba a mi ofensivamente cuando yo no miraba, pero no pasó nada.

También un hombre que parecía que estaba bastante ido de la cabeza se puso delante de mí mientras yo bailaba, y se quedó tieso como una estatua, mirándome.

Traté de no darle importancia y seguí bailando sin hacerle caso. Me di la vuelta para no estar frente a él, pero se cambió y volvió a ponerse frente a mí de la misma manera, con una mirada como de loco que no sabes que barbaridades estará pensando. La verdad me tenía un poco incómodo. Finalmente alguien, no sé si un camarero o un familiar, lo sacó de la pista casi a rastras, empujándolo porque no se quería ir, y seguía mirándome de aquella manera…

Algo más tarde 6 guardias de seguridad rodearon a otro tipo que estaba sentado bebiendo y que al parecer había hecho algo a otro cliente, y lo sacaron a la fuerza entre los 6, porque era bastante corpulento.

Al parecer una ve fuera el hombre siguió resistiéndose, porque al rato entró uno de los guardias entró y volvió a salir con tres o cuatro porras en la mano. Creo que ahí el otro entró en razón y se fue.

Al salir del local estuvimos hablando un rato con una chica que vendía chucherías y cigarrillos a la puerta. Tenía 14 años, pero la verdad es que hablando y de aspecto parecía de 20 o más. Hablamos de eso con ella, y nos dijo que si, que allí las chicas se desarrollan mucho más rápido. Ella era muy observadora y era consciente también de que los extranjeros tratan mucho mejor a las mujeres en general que los de su propio país. La verdad teníamos una conversación muy interesante.

Nos preguntó qué edad le echábamos a su compañera, que vendía en el puesto de al lado. Yo le eché 19… ¡tenía 11! Increíble.

Bueno, esa noche dormimos bien y al día siguiente nos levantamos para ir a visitar el enorme mercado de frutas frente al hostal, y comer algo. Tenía una muy buena cantidad y variedad.

Lo más curioso eran unos carritos en los que llevaban, abajo, una pequeña jaula con 3 o 4 codornices, y arriba un hornillo de gas con un caldero para irlos hirviendo y pelando, y así la gente los compraba, directito del animal a la boca, jeje. Yo no los probé porque no me llamaban la atención, pero olían bien.

Esperamos a la tarde para llamar a las chicas que habíamos conocido en Iñapari, pero nos dijeron que el viaje se les estaba retrasando mucho porque llovía y había mucho barro, así que decidimos seguir el viaje. Cogimos un bus para Cuzco, siguiente pueblo/ciudad importante, pensando en si nos quedaríamos algo para visitar Machu Pichu.

Lo más destacable es que cuando el bus fue cogiendo altura, empecé a sentirme cada vez peor, con nauseas y ganas de vomitar (debe ser normal porque repartían bolsitas de vómito como antes en los aviones). Vamos que me dio el famoso mal de altura.

Vomité en total dos veces, del color del mango, que era lo único que había comido. El hecho de haber comido poco y sin agua hizo que lo que había fuera pero que muy espeso, lo cual hacía un calvario el que saliera por la boca. Estuve bastante fatal.

Al llegar a cuzco me tiré en algún lugar de la terminal mientras Balta se iba a dar una vuelta y a buscar comida, pero ya decidimos que nos íbamos el mismo día, dejando atrás la posibilidad de ir a Machu Pichu, el sueño de mi querida madre. De hecho pasamos solo dos horas y media en cuzco, y salimos ya con destino Lima, donde Balta tenía la esperanza de visitar al Doctor Carlos Casanova Lenti, un médico naturista de reconocimiento internacional con el que se había carteado y hablado por teléfono.

En total 18 horas de Puerto Maldonado hasta Cuzco, dos horas de descanso y otras 18 horas hasta Lima… sin comentarios.

El segundo tramo in embargo fue mucho mejor, ya me iba recuperando, y además el bus y la carretera eran mucho mejores que por ejemplo el viaje infernal en el norte de Bolivia, lo cual lo hacía más llevadero aunque fueran más horas.

Así llegamos finalmente a Lima.

La razón del interés de Balta por visitar al Dr. Casanova es que practica desde hace 50 años la medicina naturista Hipocrática, que se basa en gran parte en la dieta cruda, fresca y viva para el mantenimiento y recuperación de la Salud.

Balta, para quien aún no lo sepa, lleva casi 20 años comiendo solamente comida cruda, lo que le hace el referente de este tipo de alimentación en España y en Europa. Y como hay pocos en el planeta que lleven esta dieta, pues se conocen todos, al menos de oídas.

Este hombre, el Dr. Casanova, ahora con 83 años, ha desarrollado y desarrolla una labor increíblemente amplia de curación y educación de la gente respecto al método natural para mantener la Salud (la comida cruda y el contacto con la Naturaleza ). www.clinicacarloscasanovalenti.com

Así que al llegar a Lima pensamos en tomar otro bus para ir a Huachipa, un barrio en las afueras donde vive y tiene su Clínica el Dr., pero estábamos taan derrotados de viajar que decidimos coger un hostal lo más cerca posible de donde nos había dejado el bus ( 10 metros ), ducha y descansar.

Era el día de Nochevieja, y yo salí a dar una vuelta, aunque Balta se quedó descansando muchas horas. Quería urgentemente arreglar mi MP3 porque ya no me funcionaba, así que preguntando llegué a una zona que llamaban Paruro y que eran varias cuadras absolutamente llenas de tiendas solamente dedicadas a electrónica, tanto de primera como de segunda mano. Preguntando llegué a un puestito donde 3 chicos compartían 2 metros cuadrados con todas sus máquinas y materiales, y allí me dijeron que me lo podían arreglar. El chico era muy joven simpático.

Dejé el MP3 allí y me fui a dar otra vuelta a ver si encontraba una cámara digital a buen precio para que las personas que me quieren al otro lado del mundo y las personas que siguen mi viaje pudieran tener también imágenes de mis aventuras.

Compré una de segunda mano que la verdad después comparando me salió un poco cara, pero bueno, si me ponía a mirar todas las tiendas me volvía loco. Me gusta comprar con simplicidad.

La cámara me venía con una tarjeta de memoria de 2 Gb, pero no traía cable ni para la corriente ni para el ordenador. El que me la vendió me dijo que eso lo conseguiría en cualquier tienda, lo cual creí porque había visto una inmensa cantidad de cargadores en las otras tiendas.

Pero resultó que no tenían en ninguna tienda ninguno de los dos cables… busqué y busqué, y me sorprendió que justo para esa cámara no tuvieran los cables. Y sin los cables…¿Qué iba a hacer?

Finalmente conseguí en una tienda, después de muchas vueltas, un cable que servía, solo que valía el doble de los normales porque era de una nueva generación de cámaras (la cámara era Kodak (lo sigue siendo) y Kodak se había preocupado en crear un nuevo tipo de entrada de cable para que no le sirviera cualquiera y hubiera que comprar ESE)

En fin, pero lo encontré, y además como era conexión usb me dijo la chica que al mismo tiempo que pasas fotos al ordenador la batería se carga (eso lo creí porque la que yo tenía anteriormente funcionaba así).

Recogí también el MP3 ya reparado, le habían cambiado la batería, y me fui de vuelta al hostal tan contento.

Cual no fue mi sorpresa cuando estando en Internet descubro que la cámara no se conectaba al ordenador, claro, ni pasaba fotos ni se cargaba. Me quedé de piedra. Además el vendedor no me había dado ni factura siquiera (craso error por mi parte, claro)

Pero mayor fue mi sorpresa (no agradable) cuando en casa descubrí que el MP3 tampoco funcionaba ni se cargaba de la red eléctrica (¡el chico lo había probado delante de mí y funcionaba!) Madre mía, qué tomate.

La cuestión es que al día siguiente era jueves fiesta por ser día 1, y no sabía si abrían.

Esa noche nos sorprendió porque había muchísimas hogueras en las calles, en las aceras pero también en medio de la calle, justo en los cruces, y lo que quemaban era mayormente basura que habíamos visto ese día toda amontonada, dando un increíble aspecto de descuido y suciedad. Había una parte positiva de quema energética en las hogueras, de desahogo del estrés emocional, pero obviamente estaba la parte negativa de un fuerte olor a plástico en el aire y la contaminación correspondiente.

Al día siguiente quise probar si estaban abiertas las tiendas, y tuve suerte, así que pude llevar de nuevo a arreglar el MP3, que tenía mal la pantalla así que se la cambiaron y como eran buena gente no me querían cobrar, pero de todos modos les dí algo.

Balta vino conmigo y le hablé de un hombre que me había encontrado que me dijo que no se hablaba con los españoles, que no tienen palabra. Balta inmediatamente quiso conocerlo y estuvo mucho rato hablando con él. Le encanta la confrontación.

También pude solucionar lo de la cámara, devolviendo el cable que había comprado y comprando un lector externo de tarjetas, que era lo único que funcionaba después de mucho probar. Y aparte tuve que comprar un cargador universal de baterías para cargarla.

Bueno, solucionado.

Nos fuimos a Huachipa, pero la cámara siguió quebrándome la cabeza porque, después de cargarla descubrí que, a pesar de ser de 8 megapíxel, sacaba fotos de pésima calidad, pero pésima. Ya me tenía hasta el gorro, y encima como no tenía justificante de la compra…

Andaba yo preocupado por eso, pero probando y probando descubrí que lo que pasaba es que había que dejar que enfocara manteniendo el botón apretado a la mitad, y después disparar. Así las fotos salían muy bien. ¡ALELUYA! Aunque aún no le he cogido el truco para las nocturnas…

A Huachipa íbamos sin expectativas (al menos yo) y con el tiempo justo porque el Dr. Casanova llegaba a las 15:30 y la clínica cerraba a las 16:00, según nos había informado la secretaria por teléfono.

Cuando llegamos, la recepcionista anunció nuestra llegada al Dr. Casanova, que estaba en su consulta, y nos recibió tan amablemente ¡¡¡que nos quedamos por 10 días!!!

Lo que aconteció en esos 10 días, ceremonias del fuego incluidas, es material para otra entrega… ¡o para un libro entero!

UN ABRAZO DE AMOR PARA TODOS

VIAJE A SUDAMÉRICA V Bolivia- Brasil

Bueno, creo que ya va siendo hora de que me ponga a escribir sobre el viaje, que ya han pasado muchas cosas desde el último reporte.

Creo que me había quedado en Rurrenabaque, con la experiencia de los indígenas.

Allí en Rurrenabaque, a la vuelta de nuestra experiencia con los indígenas, nos dimos una ducha en el hotel donde nos habíamos quedado, Hotel Rurrenabaque, donde Mireya nos invitó a una ducha porque yo le había dado un masaje en los pies antes de irnos y se sentía muy bien. Normalmente nos habría cobrado 5 bolivianos a cada uno por la ducha.

De allí tomamos un taxi que nos llevó a Reyes, donde esperamos unas 3 horas para tomar un bus hasta Santa Rosa. Lo más destacado es que la estación de autobuses (que no pasaban casi autobuses y parecía medio abandonada) estaba bastante lejos del centro del pueblo y del mercado, así que dábamos vueltas por allí como perros enjaulados sin posibilidad de conseguir algo para comer. Creo que Balta consiguió algo de fruta que le invitó un vecino porque desapareció durante un tiempo bastante largo y yo no sabía donde estaba.

Pasó el bus para Riberalta, y cuando nos íbamos a montar, Balta consiguió un 4x4 particular que nos llevara hasta el mismo Riberalta por el mismo precio que el bus, pero más cómodos.

El 4x4 era de un comerciante que viajaba a Riberalta a pasar la navidad con su familia. Compraba cosas en mercados grandes en Santa Cruz, Cochabamba y Oruro (por lo visto este último es zona franca, o sea que no pagan impuestos) para venderlo en pueblos pequeños, parte de la mercancía la traía por encargo, así que ya tenía la venta asegurada.

También nos acompañaba un amigo suyo que conducía.

El viaje fue agitado, las 4 horas que debía durar hasta el primer pueblo, Santa Rosa, se convirtieron en 7 u 8. Primero, a las dos horas de salir más o menos se rompió un tornillo de la dirección, así que lo estuvieron cambiando, mientras los mosquitos se daban un banquete con nosotros, allí parados.

Después, más adelante, se pinchó una rueda, así que la cambiaron por otra que tenían en la baca, que según comentaron ya la habían cambiado porque tenía una raja y tenía peligro de pinchazo.

Efectivamente, no había pasado una hora y se pinchó, así que siguieron todo lo que pudieron hasta que ya no quedaba mucho aire y podía ser malo para el coche.

Arrimamos todos el hombro para sacar la rueda y nos pusimos en medio de la carretera a ver si pasaba alguien. Según el conductor faltaba muy poco para llegar a Santa Rosa.

Pasó una moto en dirección contraria y nos informó que faltaban unos 12 Km . hasta el pueblo. El comerciante le rogó para que diera la vuelta y le llevara hasta el pueblo con una rueda para repararla, y después volver con otro alguien que lo llevara hasta el coche para cambiar la rueda y seguir hasta el pueblo para reparar la otra rueda y así poder seguir el viaje. Pero el de la moto no quiso y siguió camino.

Así quedamos los cuatro en medio del camino, con dos enormes ruedas y mirando como la moto se alejaba hasta convertirse en un punto diminuto en el horizonte.

Unos 40 minutos después pasó una furgoneta pick-up que llevaba 7 personas y bastante mercancía atrás. En apariencia allí no cabía nada ni nadie más. Para mi sorpresa, accedieron a llevarnos al comerciante con las dos ruedas, y a Balta y a mí con las mochilas. Nos acomodamos como pudimos, nada cómodos pero muy agradecidos. Incluso en el viaje nos invitaron a unas frutas que traían, que comimos con bastante polvo del camino. Las frutas eran parecidas al níspero por fuera pero tenían una enorme semilla dentro de manera que de carne tenía apenas un cuarto de centímetro entre el hueso y la piel. Pensé que no valía la pena ni pensar en guardar semillas para llevar a España, con tan escaso alimento por cada fruta.

Después al bajar en el pueblo, para nuestra sorpresa el conductor nos pide que le paguemos, nosotros pensábamos que nos traía por compasión y porque sí. 10 pesos cada uno nos costó el viaje.

Ya en Santa Rosa nos despedimos del comerciante diciéndole que no sabíamos si seguiríamos viaje con él, la verdad es que visto lo visto yo tenía muchas dudas. Le pagamos lo que le debíamos hasta allí y nos fuimos a buscar un hostal donde quedarnos para darnos un ducha sobretodo, porque estábamos de tierra de pies a cabeza. No encontramos ningún hostal abierto, así que tratamos de encontrar algunas frutas para comer, y encontramos dos papayas de milagro. Santa Rosa es un pueblo pequeño, con ninguna calle asfaltada y casi todas las casas de madera. Otras son de ladrillo y me llamó la atención que estaban construyendo unas entradas para coches a unas casas que me recordaron a los chalets de dinero.

Al pasar por una casa unos chicos muy simpáticos nos preguntan que de dónde éramos. Resulta que tienen familia en España y además algunos de ellos habían estado en Madrid y en Londres. ¡qué cosas de la vida!

Encontramos un lugar para entrar en Internet y luego pensamos en darnos una ducha para quitarnos todo el polvo del camino. Encontramos un restaurante que nos permitía ducharnos, pero finalmente nos fuimos sin tomar la ducha para ver si coincidía que podíamos ir con el 4x4 de nuevo.

Con increíble precisión y “coincidencia”, que nos dejó con la boca abierta, llegamos al mismo tiempo nosotros y el 4x4 al taller, ellos venían de poner la rueda arreglada en el coche, en el camino donde nos habíamos quedado.

Con tal coincidencia la señal era que teníamos que seguir con ellos, así que seguimos, esta vez sin incidentes, hasta Yata, donde llegamos de madrugada.

Yata es un pequeñísimo núcleo de población que se nota que es un lugar de paso, solo tiene chozas de madera a ambos lados de la carretera, unas seis a cada lado, y al menos 7 de ellas son hostales y 2 de ellas restaurantes. Lo único que hay de más es una gasolinera.

Allí nos quedamos a dormir en un “hostal” que era una de aquellas chozas, en una habitación de madera con cuatro camas. Las chozas estaban construidas sobre pilares y por debajo estaban los cerdos entre el barro (porque había llovido). La ducha era una plataforma de madera, cerrada con madera por los lados y a cielo abierto, con una cortina por puerta.

Dormimos por primera vez en el viaje en la misma habitación (sin contar la noche en la iglesia de los indígenas), porque a Balta no le gusta dormir compartiendo habitación, y he aquí que esa noche la tuvo que compartir no solo conmigo, sino también con otro chico que ya roncaba cuando llegamos.

En algunas de las viviendas nos fijamos que el sistema para conseguir el agua era por bombeo manual, moviendo arriba y abajo un trozo de tubo metálico.

Lo más destacado allí, y bastante destacado, es que nos dejaron en la estacada (juego de palabras). Me explico.

Cuando nos levantamos nos dimos cuenta de que el 4x4 no estaba, habían seguido sin nosotros, llevándose además una cesta que Balta había comprado en La Paz con unas frutas y unas semillas que venía guardando para sembrar en España.

Comentamos que la culpa era nuestra porque a la noche no les habíamos dicho dónde nos hospedábamos, aunque tampoco les hubiera costado mucho enterarse preguntando.

Preguntamos entonces, resignados, dónde podíamos tomar el bus para Riberalta, y nos dijeron que paraba en la gasolinera, así que allí fuimos, y encontramos que unas 10 personas más esperaban también.

Nos dijeron que solían pasar como 4 buses cada día, cada hora más o menos a partir de las 13:00. Pero claro, como había llovido, los buses no podían pasar por la carretera que venía de Reyes, así que no pasó ninguno hasta las 18:00. Y estaba lleno. Pero cuando en Bolivia están llenos, es que están llenos hasta la bandera, todo el pasillo incluido que no cabe nadie más físicamente en todo el bus.

Así que a seguir esperando. Pasó el segundo… y también iba lleno. La historia es que como la carretera estaba tan mal, los coches y camiones habían quedado encallados en el barro y el bus los iba recogiendo a todos, así que llegaban allí llenos.

Quedamos con un camionero que apareció que le pagaríamos si nos llevaba, y accedió, pero en lo que se fue a comer algo, vino otro bus que nos dijo que tenía espacio en el pasillo, si queríamos ir. Preguntamos y nos dijeron que el bus era mucho más rápido que los camiones, así que sacrificamos la comodidad del camión (íbamos a ir sentaditos en la cabina) por la rapidez del bus. No sabíamos ni de lejos dónde nos estábamos metiendo.

Antes de subir conocimos a un chico que venía en el mismo bus desde Santa Cruz, ¡llevaban 2 días enteros de viaje! Era muy simpático, sonreía mucho y tenía una alegría así como brasileña. Luego nos dijo que era de Guayaramerín, pueblo fronterizo con Brasil. Antes de hablar con él, Balta le miró y le dijo “tú eres futbolista ¿no?”, para nuestra sorpresa nos dijo que sí, que estaba estudiando en una escuela profesional de fútbol y jugaba en un buen equipo de las categorías inferiores. Este Balta…

Así que subimos al bus, comenzando el viaje en transporte público más infernal que yo haya vivido nunca, y por lo visto Balta, que ha viajado mucho más que yo, también.

Fueron 16 horas de pie en el pasillo del bus, 8 de ellas las que corresponden normalmente a estar en la cama durmiendo. El agotamiento físico y mental al que se llega después de no-dormir ni tampoco descansar en un viaje así, con baches constantes en el camino, es tremendo.

En algún momento el movimiento de la gente me permitía sentarme un rato en el suelo del pasillo, bastante incómodo pero sentado.

Balta tuvo mejor suerte porque un chico joven le cedió el asiento, pensando que era una persona mayor, por el pelo blanco supongo. Así que fue sentadito unas 6 horas más o menos. Yo no tuve tal privilegio, y llegué a estar tan agotado que en un momento que el bus paró y los que iban de pie se bajaron, yo me tendí en el suelo, lleno de tierra, para tratar de relajar un poco el cuerpo. Tan lleno de tierra estaba el suelo que me llegaron pensamientos sobre la dignidad y los extremos a los que se puede llegar como Ser Humano. Pensaba en esa gente que llevaba 2 días más que nosotros en aquel bus y no lo podía siquiera concebir, me resulta increíble la capacidad de aguante humano.

Algunos momentos fueron muy agobiantes porque estábamos tan apretados en el pasillo que no podía ni cambiarme de postura.

En dos asientos iba una familia de 5 miembros, un niño muy pequeño iba sobre su madre, y se escurría hacia el suelo cada vez que su madre se dormía, otro niño algo más grande, de unos 10 años iba entre el padre y la madre, y otro niño también de unos 10 iba debajo de sus asientos, sobre una manta. El niño no protestó, ni se levantó de ahí siquiera en casi todo el viaje, me sorprendió también el aguante de los niños.

Debo decir que entre todo eso, pasé unas 3 horas muy muy agradables gracias al amigo MP3, escuchando música y moviendo mi cuerpo, desahogándome de esa manera, porque era de noche y el bus no tenía luces (de hecho un gran trecho fue sin tener siquiera los faros frontales), así que nadie podía ver que yo estaba bailando y con una sonrisa tonta en la cara, ni siquiera la persona que estaba a 50 cm . de mí.

Otra anécdota es que la policía paró el bus en la mitad de la noche y nos tuvimos que bajar todos porque iban a revisar ¡todas las mochilas!

Yo creo que no las revisarían todas, porque si no todavía estaríamos allí. Tardaron como unos 40 minutos y pudimos seguir el viaje.

¡Por fin! Llegamos a Riberalta y lo primero que vimos fue una enorme cola de motos que nos dejó alucinados. Por lo visto estaban esperando para echar gasolina, que escaseaba por allí, y la cola, sin exagerar, era de al menos un kilómetro y medio, habiendo como media 5 motos de ancho. Y encima más adelante vimos otra cola de motos, más pequeña pero igual de impresionante. Jamás había visto tantas motos juntas. Lo que ocurre es que allí es el medio de transporte mayoritario y además su medio de vida, porque las usan como taxi (de hecho casi no hay taxis que sean coches).

Tomamos dos motos para ir al mercado, algo incómodo el viaje con las mochilas a cuestas, la verdad. El mercado le gustó bastante a Balta por la variedad, que a mí no me pareció tanta, aunque yo de todos modos estaba bastante trastocado del viaje.

Comimos algo de fruta y fuimos a buscar un hostal.

Preguntamos en uno, vimos las habitaciones y no nos interesó porque era bastante cutre. Cuando salíamos Balta entró al baño y el chico que nos atendía se puso como loco “¡no puede usar! ¡tiene que pagar! ¡tiene que pagar!”

Balta se puso a increparle sobre el absurdo de tener que pagar por mear, y nos fuimos dejando al muchacho un poco disgustado. La verdad no me gusta nada sentir esa actitud carroñera del dinero.

Decidimos no dormir allí y aprovechar para pasar ya a Brasil, así que cogimos una furgoneta que nos llevó hasta Guayaramerín. Por alguna razón que no acabé de entender, a pesar de que trató de explicárnoslo dos veces, era más barato ir dentro en los asientos de la furgoneta que atrás en la zona del remolque (era una pick-up). Seguirá siendo un misterio.

En Guayaramerín cambiamos algo del dinero que traíamos a Reales, que es la moneda de Brasil, bastante más fuerte que el peso boliviano, así que de repente el mismo dinero nos servía para mucho menos. Algo curioso que me hizo pensar. Les preguntamos a los cambistas si había bancos donde cambiar del otro lado de la frontera, y nos decían que no, que no había bancos ni cambistas allí. Desde luego mira que son espabilados. Obviamente no lo creímos, pero cambiamos allí de todos modos. Pasamos el río en una barca, era un río muy ancho.

El pueblo brasileño al que llegamos se llama Guajara Mirín, o sea, lo mismo pero en portugués. Allí lo más sorprendente fue el paso por el puesto policial fronterizo, donde los policías nos dijeron que siguiéramos casi sin mirarnos, como si estuvieran muy ocupados (no lo estaban) y nos dijeron que teníamos que ir a la policía federal para sellar nuestros pasaportes. Total que ya estábamos en brasil y podíamos haber seguido viaje sin revisión del equipaje ni sellar el pasaporte, solo que sabemos que eso es una temeridad y te puede causar tremendos problemas.

Tuvimos que andar un rato largo preguntando para encontrar la sede de la policía federal, que estaba al final de un polígono comercial, una zona casi desierta.

Bueno allí nos recibieron con desconfianza, no nos habíamos ni duchado desde el viaje infernal así que estábamos realmente sucios.

Así que nos insistieron que no podíamos vender artesanías ni dar masajes allí si entrábamos como turistas, y nos pidieron las cartillas de vacunación, porque por lo visto tenían fiebre amarilla por allí. Nosotros, que somos anti-vacunación total (www.vacunacionlibre.org), nos hicimos los locos presentándoles otros papeles, como el billete de vuelta a España.

Cuando Balta sacó un fajo de billetes grandes de Euros y yo la tarjeta de crédito, entonces todo fue como la seda, se quedaron patitiesos, y nos dieron un papel de entrada a Brasil, aunque extrañamente no nos pusieron sello en el pasaporte.

Bueno, esa noche nos quedamos allí en un hostal, una ducha largamente esperada, y un paseo nocturno (yo sólo, Balta se quedó a descansar) La verdad me gustó el ambiente, como más seguro y limpio, la gente se notaba más abierta, sin miradas de extrañeza solo por llevar barba. Estuve un rato en el ciber y llamé a la familia, porque era nochebuena.

Al día siguiente decidimos que pasaríamos a Colombia por Perú, porque por Brasil teníamos que cruzar por río casi todo el camino y eran muchos días (más de 15), pasando por Manaos, que está en medio de la selva.

La verdad la idea de la selva era atractiva, pero tantos días…

Así que cogimos un bus para Río Branco, a mitad de camino hacia el Perú.

Continuará...